La moda y el vestir guardan una
compleja relación con la identidad: por una parte la ropa que elegimos llevar
puede ser una forma de expresar nuestra identidad, de decir a los demás algo
sobre nuestro género, clase, posición, etc.
Esta generación de consumidores
no recibe con pasividad las historias de las marcas que le cuentan las
compañías, es creadora conjunta de su significado. Para los vendedores esto
significa que el viejo truco de gritar lo fantástica que es la marca o el uso
de ella, ya no funciona. Hoy día es crucial escuchar a los jóvenes consumidores
y entender como acomodan su marca en sus vidas y en su estilo de vida.

El color como parte importante
Se descubre que existe una fuerte
compatibilidad entre las emociones, el consumo de moda y el color, a pesar de
los arraigos culturales y de los diferentes tipos de población analizados; es
decir, el color muestra correspondencia en cuanto a su significado y está
asociado a las emociones. Adicional mente, a partir del análisis de las
encuestas localizadas en una única región, se demuestra una fuerte tendencia a
obedecer las preferencias de color, en cuanto a la toma de decisiones de
ingreso a establecimientos de consumo y al evento de la compra como tal, con
resultados concluyentes y definitivos en su mayoría, lo que permite inferir que
el consumo es afectado por el color y que se puede influenciar al consumidor, a
tal punto de desistir de consumir un objeto por no encontrar su tonalidad
favorita.

Búsqueda de identidad
La moda y las marcas no sólo
acogen el deseo de imitar a los demás o a una comunidad determinada, sino de
expresar la individualidad. Es decir, aunque la indumentaria indica nuestra
afiliación a comunidades concretas y expresa valores, ideas y estilos de vida
compartidos, no queremos ser «clones» vestidos de forma idéntica a nuestros
amigos. La ropa que elegimos llevar representa un compromiso entre las
exigencias del mundo social, el medio al que pertenecemos y nuestros deseos
individuales.
individuos, tomados en términos
de identidad personal, perciben que “el vestido habla” y cumple una función
socializadora en cuanto a que lo que nos ponemos contribuye al proceso de
creación de nuestra imagen, entendida en términos, no de lo que realmente
somos, sino de cómo nos perciben los demás".

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